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Rafael Caro Quintero se declara no culpable de narcotráfico en EE.UU.

  • Foto del escritor: Angel Eustorgio Hernández del Ángel
    Angel Eustorgio Hernández del Ángel
  • 28 feb
  • 2 Min. de lectura

Rafael Caro Quintero, fundador del extinto Cártel de Guadalajara y señalado como uno de los narcotraficantes más influyentes de la historia, se declaró este viernes "no culpable" de los cargos de narcotráfico, crimen organizado y uso ilegal de armas de fuego ante un tribunal de Brooklyn, Nueva York.

El capo de 72 años fue extraditado a Estados Unidos el jueves junto con otros 28 presuntos narcotraficantes como parte de una de las mayores entregas de criminales entre México y EE.UU. en años recientes. Autoridades estadounidenses buscan responsabilizarlo por décadas de tráfico de drogas y su presunta participación en la distribución de cocaína, heroína y metanfetamina en territorio estadounidense.

Caro Quintero pasó 28 años en prisión en México por el asesinato del agente de la DEA Enrique "Kiki" Camarena en 1985. Aunque fue liberado en 2013 por un fallo judicial, la Suprema Corte revocó la decisión y emitió una nueva orden de captura en su contra. Su recaptura ocurrió en julio de 2022 en Sinaloa y, tras una larga batalla legal, finalmente fue extraditado a EE.UU.

Las acusaciones en su contra lo señalan como líder de una organización criminal que evolucionó hasta convertirse en el actual Cártel de Sinaloa, aunque sus abogados aseguran que su papel en el narcotráfico terminó hace décadas.

La extradición de Caro Quintero se da en un contexto tenso en la relación bilateral. El presidente Donald Trump ha amenazado con imponer aranceles del 25% a los productos mexicanos si considera insuficientes los esfuerzos del gobierno de México para frenar el tráfico de fentanilo y la migración irregular. Su administración ha celebrado la entrega de los 29 presuntos criminales como un paso importante en la cooperación en seguridad.

El juicio contra Caro Quintero podría prolongarse durante meses, y si es declarado culpable, enfrenta una sentencia de cadena perpetua o incluso la pena de muerte, según las leyes estadounidenses.



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